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lunes, 10 de septiembre de 2018

Cuando los muertos SÍ mueren: Auge y caída de The Walking Dead (3ra parte, final)

Con ustedes, la última parte de este análisis de la decadencia de The Walking Dead.

El viaje a Terminus: La Odisea que cansó a todos



La cuarta temporada fue un verdadero insulto a la inteligencia. Interesante, entretenida, lo que quieras decir, pero en realidad fue un puente eternamente extendido entre el final de la tercera -el gobernador empieza en el quinto a aparecer-, y el inicio de la quinta -caminan hasta llegar a Terminus-. Es decir, la tercera semana trató de dos cosas totalmente distintas, sin casi conexión, pero fueron una misma temporada en sí. De locos.

Pero llega la gota que colmó mi vaso. El mencionado viaje a Terminus. Casi 7 episodios íntegros dedicados a la llegada a un lugar. Calculando mal y pronto, son 315 minutos de metraje. Son poco menos de 5 horas y media de viaje. Como si grabaron su peregrinación a Caacupe. Les pregunto ¿Vale tanto tiempo de narración al trayecto, más que al lugar en sí? Siguiendo una línea lógica, la de narrar lo más interesante, pues no, porque el sempiterno trayecto era sazonado por un constante misterio, que hacía que deseara a Terminus, pero en realidad lo hacías porque ya no aguantabas tantas escenas de caminatas.

Sí hay que decir que de entre lo último que he visto, la quinta temporada es la más interesante que he visto, pero ese seguir catatónico las vías del tren fue algo que hizo sonar alarmas. El nuevo encargado de la serie, Scott Gimple, no le importó en absoluto embarrar al máximo la trama con tal de lograr más episodios lucrativos en cuanto a auspicios, sacrificando bastante la credibilidad de la serie.

A pasitos de tortuga



Con la llegada del clímax de la cuarta y su seguimiento en la quinta, la serie prometía algo realmente movido, pero nos equivocamos. Esa combustión a fuego lenta se mantenía y adormecía a cualquiera, que ya solo suplicaba que el episodio le muestre ese algo que lo enganche. Eventualmente lo encontraba, pero tras un montón de diálogos especulativos, de escenas de amenazas o falsos contactos que solo dilataban de forma insoportable todo. El problema no era una historia aburrida, sino un desarrollo dilatado.

Cuando llegamos a la sexta temporada, la cosa me preocupaba aún más. Asomaba ya un tal Negan, que prometía ser una verdadera amenaza, sin embargo, se perdía entre tanto tiempo malgastado en acercarnos a detalles nimios que al maligno y genial villano de la serie. En vez de "agrandar" la cuestión para llevarnos a un clímax inaguantable a final de temporada, teníamos episodios ¡De Morgan! de casi una hora de duración. ¿En serio con tanto tiempo de programa en 16 capítulos, se le dedica uno exclusivamente a un personaje puramente secundario? -por más que el episodio quiso dar a entender lo contrario- ¿A qué juegas Gimple? 



Y luego, empecé a ver lo peor. Lo más interesante de la serie es ver quién moría. Empezó a hacerse reiterativo el ver los falsos contactos con la muerte, y hasta se antojaba como un juego entre fans para matar el aburrimiento, una suerte de pegar al compañero cuando ve un fusca, pero con caminantes. Si muere Rick, te pego, si muere Maggie, me pegas... y así.

La COBARDE decisión de jugar con cámara subjetiva quién moriría a manos de Negan en el último capítulo de la sexta era jugar a "¿Quién ha muerto?" como si este fuese un programa de apuestas. Tan poco creativo ya resultaba todo que, para llamar la atención y cerrar un arco argumental, que de cerrado estaba igual que los baches de San Lorenzo, recurrieron a matar un personaje de una forma que genere expectativa -se lo llama cliffhanger-, para que sintonices la siguiente temporada. Una cosa es usar algo así entre bloque y bloque, otra entre episodio y episodio, pero resulta demasiado desesperado usarlo para "finalizar" una temporada. La serie que empezó como una de vivos sobreviviendo, se convirtió en un triste show donde lo más interesante es quién de los personajes con el que nos encariñamos morirá.

Y siendo sinceros, no he llegado a la octava temporada. Es más, me quedé en el segundo capítulo de la séptima por una clara razón, que es la misma de muchos fans. Me cansé de ver una serie que en tres episodios avanza lo que podría en uno y poco más. Porque en lo poco que vi, he visto una eternidad en detalles, que sabemos todos se pueden acortar o directamente saltar. Y si ofrece algo interesante, es la muerte de alguien -sin ir lejos, la de Carl-. Se han juntado cerca de 85 mil firmas para pedir el despido de Scott Gimple, hombre que llevó al máximo esta ralentización, que finalmente se consiguió. El hombre se ha marchado y Angela King será la nueva productora en un programa que se queda sin Rick Grimes porque Andrew Lincoln no quiso renovar contrato. ¿Un twd sin Rick? Escucha esto último.

Lo peor es que...


Los agraciados hombres detrás de este suceso televisivo anunciaron sin asco que fácilmente tienen material para seguir con este posapocalipsis por casi una década. Incluso, hablaron de la idea de ir "rotando" protagonistas. Ea decir, si llega a un punto donde han muerto todos los que aparecieron en, digamos, las primeras tres temporadas, la serie introducirá nuevos protagonistas. Algo así como hace Doctor Who con su actor principal, que lo cambia cada cierto tiempo por la regeneración que posee. Aquí, seguiríamos la aventura de cualquier superviviente, con tal de seguir viendo The Walking Dead... cómo no.

Si quieren inmortalizar esta serie, deben entender algo. Ese formatito trucho de dos mini temporadas mentirosas debe acabar.  Deben tratar con respeto a los fans, que ya en esta última tanda de episodios la empiezan a abandonar, dejando sus números en bajos históricos ¿Es mala la serie? Por supuesto que no, todo tiene remedio, solo que hay que dejar en lo económico y centrarse en recuperar la esencia de este gran producto creado por Frank Darabont en 2010basándose en los cómics de Robert Kirkman que lentamente se ha vuelto casi una autoparodia de sí misma. Cayendo en lo barato y con trucos sacados de lo más bajo de la creatividad, The Walking Dead se preocupó en sacar más rédito que producto de calidad y de no cambiar este rumbo, me temo que no tardará en caer en la ruina lo que una vez fue la serie más poderosa de los últimos tiempos.
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miércoles, 5 de septiembre de 2018

Cuando los muertos SÍ mueren: Auge y caída de The Walking Dead

Seguimos con la siguiente parte de este análisis de la pérdida de popularidad de esta gran serie.



"Abrupto" final


Sala de escritura de twd -según Frank Darabont.

Ya era un fenómeno a nivel estadounidense, pero a medida que avanzaron los episodios, su popularidad creció en el globo. El fenómeno recién se expandía mientras que en su lugar de la origen, la serie ya sufría de algo que fue un baldazo de agua fría para los fans: Frank Darabont abandonaba la serie. Aunque tal vez suene sorprendente, la verdad que no lo es. Los problemas que encontró el director húngaro desde que empezara la historia zombie tuvieron un triste final durante el rodaje de la segunda temporada. Las razones se pueden resumir en dos frases: Monos y dinero.

La primera data del comienzo de la producción en sí. Darabont nunca estuvo contento con su equipo creativo -que según él, de creativo no tenían nada-, ya que consideró que en ningún momento los guionistas eran capaces de plasmar su idea, no sin fuertes reprimendas de por medio; incluso llegó a despedir a su equipo de redacción de la primera temporada -de los seis primeros capítulos, el nominado al Oscar firmó cuatro-, y decidió contratar a guionistas independientes. La relación con el resto del equipo fue enormemente conflictiva y hasta inclusive, hubo que llamar a abogados para acabar las "diferencias creativas" en los tribunales.

Lo segundo es algo que a la larga condenó a la serie y sentó el causal justo y necesario para que el showrunner se fuese: AMC decidió realizar un recorte presupuestario de casi 50% a las aventuras de Rick y su grupo, que fue la gota que colmó el vaso. Este recorte no costó reducciones de sueldo necesariamente, sino que llevó a la altísima estética de la serie a reducirse notoriamente -imaginen cuánto tiempo pasaron "solo" en la cárcel-, obligándole a amoldarse a un esquema de serie más corriente -y barato- que mataría cualquier intento de seguir haciendo "cine" en televisión, salvo por mantener el único detalle que hasta hoy, se respeta del antiguo director: filmar la serie con celuloide se 16 mm en vez de utilizar cámaras digitales.

Tercera temporada ¿El comienzo del fin?




Glen Mazzara fue el hombre encargado de reemplazar al "complicado" Frank Darabont, aunque este no tendría mejor suerte: solo se quedaría durante la tercera temporada. No quiero decir que la tercera temporada haya sido un desastre, pero en mayor o menor medida, se había perdido algo, que con el correr de los años se haría notable. No solo en lo visual, que fue reducido ostensiblemente, sino en algo aún más importante: el argumento.

Desde esta temporada, twd cometió un terrible error que recién hoy está pagando: demasiados episodios. Demasiados, demasiados... Alguien tuvo la brillante idea de que sería más rentable realizar 16 episodios en una temporada y dividirla en dos más pequeñas de 8 episodios para aumentar la "expectativa".



Los dramas procedimentales como de médicos o de asesinatos -Grey's Anatomy, CSI, Criminal Minds- o bien dramas históricos -Vikings o The Kingdom- son series que usan este tipo de formatos de varios episodios porque su chiste se halla en su relativa sencillez para extenderlas sin aburrir. Con The Walking Dead se pasaron de 13 a 16 episodios, para contar algo muy parecido o exacto. Es decir, ahora los escritores debían de sacarse de la manga 130 minutos de historia extra para cumplir la exigencia de la productora, que para colmo, dividiría en dos la misma idea... ¿Suena mal verdad?

Todo terminó mal en una temporada que se hacía más larga de lo normal -no solo por contar con más episodios- y que culmina de una forma que, en lo personal, decepcionó: Andrea muere en pleno clímax contra el Gobernador, en una batalla que sigo sin entender cómo, se extendió durante 8 episodios mas en la cuarta temporada. Estamos hablando de que en una sesión de 16 capítulos no pudieron rematar esta trama -supuestamente, cada temporada debe ser un capítulo que se abre y se cierra- y la alargaron de manera totalmente incomprensible: El Gobernador mató a sus hombre y regresó a la cárcel a atacarlos, con un ejército recauchutado, sin ningún tipo de emoción posible y preguntándonos ¿Vamos a empezar a tener relleno auténtico en twd?

Entre desarrollo y relleno, un largo trecho



Hay que aclarar algo: "Rellenar" una serie no es lo mismo que desarrollar a los personajes sin demasiada acción. La diferencia reside en una simple pregunta ¿Qué aporta tal "desarrollo" a la historia? Pues aquel episodio desopilante de Daryl y Beth en clave de comedia "tiempo de calidad padre-hija" no puede considerarse sustancial bajo ningún aspecto. El romance que forman Glenn y Maggie sí, pues generará mayores consecuencias para la trama. Ahora ¿El "relleno" es algo malo? Realmente no, pero el problema surge cuando el "relleno" empieza a ser demasiado frecuente. 

The Walking Dead comenzó con una fórmula puramente efectista en su cuarta temporada. Básicamente "no hacer nada" durante gran parte de los episodios y dar un detalle "revelador" a la audiencia, generando en él puede considerarse sustancial buen sabor final que lo obliga a no perderse el último capítulo. 

¿Recuerdan aquella gripe que te volvía en un personaje sin diálogos sin más que un eterno gruñido? Bueno, nunca más volvió a aparecer ¿que aportó? pues acortó el elenco en la cárcel, más nada. Los recuerdos de los protagonistas ayudan, como el del Gobernador mientras planea su ataque, pero allí yace el problema ¿Otro ataque? Y por si faltaba algo más, se empieza a ser notoria la falta de hechos resaltantes más adelante, pero de eso hablaremos en la tercera y última parte.  


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domingo, 2 de septiembre de 2018

Cuando los muertos SI mueren: Auge y caída de The Walking Dead (Primera parte)

Les traigo las razones por las que, en mi opinión, esta tan popular serie terminó hundiéndose.




El 2010 es bastante lejano a nuestros días. No existía Netflix -no en Paraguay, claro-, el internet era un sueño casi imposible para la mayoría y mirábamos el mundial de Sudáfrica rezando que Takuara acostara a Casillas al otro palo. Nosotros, no estábamos enterados que se vendría una auténtica oleada televisiva.

Si hablamos de ese año, debemos aclarar que ese fue donde la pantalla chica dio un enorme salto de calidad. Estar en una serie o una sitcom era la muerte creativa de un actor o director, era ser tirado a la basura -no por algo es la caja tonta-. Aunque se hicieron esfuerzos descomunales por cambiarlo alrededor de los años. Para no perder tiempo, solo iré a la famosa Lost, que catapultó a J. J. Abrams a una especie de padre de la ciencia ficción actual y que justamente culminaba en el 2010 ¿Había una serie en el mapa que podría atrapar a millones como aquella? Pues sí, y su nombre era The Walking Dead.

Darabont y su milagro inesperado.


Andrew Linlcon (Rick) y Frank Darabont, creador de la serie
David Fincher, Martin Scorcese, Woody Allen y otros ya incursionaron en la televisión, directores de renombre, sin embargo, el primer gran título que se animó fue Frank Darabont, director de las inolvidables drama carcelarios Sueños de Libertad o Milagros Inesperados que solo son muestra del enorme talento que se ponía en el cargo máximo de esta naciente serie. Sería el showrunner -a grandes rasgos, es el que controla los detalles de la serie- de TWD y sería él mismo el que dirigiese el pedazo de episodio piloto que arrancaría este idilio.

Aquel primer episodio, donde Rick despierta del coma y va absorbiendo su nueva realidad, seguirá siendo uno de los mejores piloto de todos los tiempos. Aquel episodio evocaba a una calidad fuera de lo esperado por cualquier serie hasta entonces. El aviso estaba claro, TWD venía a romper todo.

Y de hecho, su primera temporada de solo 6 capítulos no dejó indiferente a nadie. Logró dejar sentadas todas las bases para empezar a adaptar al fascinante comic de Robert Kirkman, que de cierta forma revitalizo este subgénero y que con la serie, se veía un futuro prometedor. Muy distinto a la triste realidad de nuestros protagonistas, que salían del último lugar de control antivirus zombie del planeta.

La Segunda Temporada: Éxito arrasador




Cuando las cosas se hacen bien, un tiene su premio. Aquellos 6 capítulos fueron suficientes para crear una expectativa tal que la segunda temporada se antojaba imperdible. Y así fue: Aquel debate ético y moral sobre si los "caminantes" aún eran personas, amigos o familia, la granja de Hershell vivió una tensión increíblemente llevada por el equipo que tuvo su punto álgido en aquel momento que Shane abre el granero y los muertos vivientes venían sobre ellos, obligándolos a dispararlos, incluso a Sophia, la pequeña hija extraviada de Carol, a la que Rick debe fulminar a quemarropa con el dolor en el pecho. Inolvidable.



El final de temporada no dejaba menos momentos memorables con la nueva migración del grupo a nuevos lugares, con la promesa de Rick de romper la "democracia" que existía, mientras descubrían que aquel virus no tenía cura aparente. La serie había llegado a ser considerada no ya una simple serie de apocalipsis zombie, era sobre un dilema interno mucho más profundo. Todo el mundo desea meter un escopetazo a un mordedor, pero ¿si es tu hermano, tu madre? Se presentó como una serie sobre muertos, pero era sobre mucho más: Trataba sobre los vivos y lo que dejaban atrás. Con ello, el fandom de la producción televisiva esperaba que se aumentara la apuesta, pero eso quedó un poco lejos de la realidad.
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